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Varda Demuestra la Viabilidad de la Manufactura Espacial y Busca la Rutina
La empresa Varda Space Industries ha logrado un hito significativo al probar con éxito la manufactura en el espacio y ahora aspira a hacer que este proceso sea una norma, en lugar de una novedad. El CEO de Varda, Will Bruey, visualiza un futuro cercano donde la manufactura en órbita sea tan común como cualquier operación industrial en la Tierra.
Visión de Futuro: Corto Plazo y Transformador
Will Bruey, CEO de Varda Space Industries, se muestra optimista sobre el futuro, proyectando escenarios audaces para la próxima década. Predice que en un plazo de 10 años, será posible presenciar el regreso de múltiples naves espaciales especializadas cada noche, trayendo consigo productos farmacéuticos fabricados en el espacio. Aún más ambicioso, Bruey estima que en 15 a 20 años, el costo de enviar a un trabajador al espacio por un mes será inferior al de mantenerlo en la Tierra.
Estas proyecciones se basan en la experiencia de Bruey como ingeniero en SpaceX, donde presenció la rápida evolución de tecnologías que antes parecían futuristas. «Recuerdo el primer cohete en el que trabajé en SpaceX fue el tercer vuelo del Falcon 9», compartió Bruey en un evento reciente de TechCrunch. «Si alguien me hubiera dicho ‘cohetes reutilizables’, y ‘veremos tantos vuelos como vuelos diarios saliendo de LAX’, habría pensado, ‘Está bien, quizás en 15 a 20 años’, y esto se siente al mismo nivel de futurista.»
Hitos Alcanzados: Cristalización en Microgravedad
Varda ya ha validado su concepto central. En febrero de 2024, la compañía se convirtió en la tercera entidad corporativa en la historia en recuperar algo de la órbita: cristales de ritonavir, un medicamento para el VIH. Este logro, obtenido tras un largo proceso regulatorio, une a Varda con SpaceX y Boeing en un selecto grupo.
La clave de la manufactura de Varda reside en la microgravedad del espacio. En este entorno, las fuerzas que interfieren con la formación de cristales en la Tierra, como la sedimentación y la atracción gravitatoria, desaparecen. Varda afirma que esto permite un control mucho más preciso sobre la cristalización, facilitando la creación de cristales de tamaño uniforme o incluso polimorfos novedosos (diferentes arreglos estructurales de la misma molécula). Estas mejoras se traducen en beneficios tangibles para los productos farmacéuticos, como una mayor estabilidad, pureza y una vida útil más prolongada.
El proceso no es rápido; la fabricación farmacéutica puede extenderse durante semanas o meses en órbita. Una vez completada, la cápsula de retorno, llamada W-1, se separa de su nave nodriza, la nave de Rocket Lab que proporciona soporte en órbita. La W-1, una cápsula cónica de aproximadamente 90 centímetros de diámetro y 74 centímetros de altura, desciende a través de la atmósfera terrestre a velocidades superiores a los 30.000 kilómetros por hora. Un escudo térmico protege la carga, y un paracaídas asegura un aterrizaje suave.
El Negocio de la «Gravedad como Botón»
Bruey enfatiza que la percepción común sobre Varda es errónea. La empresa no está «en la industria espacial; está en la industria dentro del espacio». El espacio, para Varda, es «simplemente otro lugar al que enviar».
En esencia, el negocio de Varda es bastante pragmático. Bruey lo describe como tener un «horno mágico» con controles para temperatura, velocidad de agitación y presión, al que simplemente se le añade un «botón de gravedad». Este enfoque elimina la complejidad asociada a la idea de «estar en el espacio» y la reduce a una manipulación de variables de producción.
Es importante destacar que Varda no está descubriendo nuevos fármacos ni creando moléculas innovadoras. Su objetivo es expandir las posibilidades de lo que se puede lograr con medicamentos ya existentes y aprobados. Empresas farmacéuticas de renombre como Bristol Myers Squibb y Merck han estado realizando experimentos de cristalización farmacéutica en la Estación Espacial Internacional durante años, demostrando la viabilidad del concepto. Varda busca ahora comercializar este proceso, construyendo la infraestructura para realizarlo de manera repetida, fiable y a una escala significativa para la industria farmacéutica.
Factores Clave para la Viabilidad Actual
Dos factores principales han propiciado el momento actual para Varda. En primer lugar, los lanzamientos espaciales se han vuelto más predecibles y accesibles. Bruey señala que hace una década, obtener un espacio en un lanzamiento era una hazaña, comparándolo con «hacer autostop para llegar a órbita». Aunque aún costoso, la posibilidad de reservar un espacio y la planificación a largo plazo son cruciales.
En segundo lugar, la aparición de empresas como Rocket Lab, que producen «buses de satélite» (vehículos espaciales que proporcionan soporte en órbita), ha sido un factor de desbloqueo importante. La integración de las cápsulas de manufactura farmacéutica de Varda con los buses Photon de Rocket Lab ha simplificado enormemente la operación.
Actualmente, solo los productos de muy alto valor son económicamente viables para la manufactura espacial. Por ello, Varda ha enfocado sus esfuerzos iniciales en productos farmacéuticos, donde un medicamento que puede costar miles de dólares por dosis puede absorber los costos de transporte.
La «Teoría de las Siete Dominós» y su Impacto Económico
Will Bruey presenta a los legisladores lo que denomina la «teoría de las siete dominós», un marco para entender el impacto de su modelo de negocio en la industria espacial.
Los primeros dos dominós, cohetes reutilizables y manufactura farmacéutica en órbita con retorno a la Tierra, ya se han establecido. El tercer dominó, el de llevar un medicamento a ensayos clínicos, es crucial, ya que implica un «lanzamiento perpetuo».
Aquí es donde el modelo de negocio de Varda se diferencia radicalmente de otras empresas espaciales. A diferencia de las empresas de satélites que invierten en constelaciones y luego cesan los lanzamientos, Varda necesita lanzamientos continuos para cada lote de producción farmacéutica. La creciente demanda de medicamentos se traduce directamente en una mayor necesidad de lanzamientos.
Esta dinámica tiene un impacto significativo en los proveedores de lanzamiento. En lugar de vender un número fijo de lanzamientos para construir una infraestructura, se benefician de un cliente con una demanda teóricamente ilimitada y en crecimiento. Esta demanda predecible y escalable justifica los costos fijos de la infraestructura de lanzamiento y contribuye a reducir los precios por lanzamiento.
El cuarto dominó es el bucle de retroalimentación: a medida que Varda escala, los costos disminuyen, haciendo viables económicamente fármacos de menor valor. Este ciclo continuo de escalada y reducción de costos, según Bruey, «empujará los costos de lanzamiento al suelo».
Si bien la viabilidad comercial de Varda aún está por demostrarse y ningún fármaco fabricado en el espacio está actualmente en las farmacias, el ciclo virtuoso imaginado por Bruey no solo beneficiará a Varda. La reducción de los costos de lanzamiento hará que el espacio sea más accesible para otras industrias, como la de semiconductores, fibra óptica y materiales exóticos, que se benefician de la microgravedad pero no pueden permitirse los costos actuales.
Bruey imagina un futuro en el que los costos de lanzamiento sean tan bajos que sea más económico enviar a un empleado al espacio por un mes que invertir en automatización adicional. «Imagino que ‘Jane’ va al espacio durante un mes. Será como ir a una plataforma petrolífera. Trabaja en la fábrica de medicamentos durante un mes, regresa y se convierte en la primera persona en ir al espacio y regresar generando más valor que el costo de llevarla allí», explica.
Este es el momento, según Bruey, en el que «la mano invisible de la economía de libre mercado nos levanta de nuestro planeta natal».
Una Experiencia Cercana a la Extinción
El camino hacia las entregas de fármacos desde el espacio estuvo a punto de truncarse antes de comenzar. Bruey relató que la primera misión W-1, lanzada en junio de 2023 a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX, funcionó según lo planeado, produciendo cristales de ritonavir. Sin embargo, la cápsula permaneció en órbita durante seis meses.
El problema no fue técnico, sino regulatorio. Varda no pudo obtener la aprobación para traer de vuelta su cápsula W-1 al Utah Test and Training Range, un área destinada a pruebas militares. La prioridad de este rango recaía en misiones militares, lo que provocó retrasos en las ventanas de aterrizaje programadas para Varda. Cada retraso invalidaba la licencia de reentrada de la empresa ante la FAA, obligándolos a reiniciar el proceso de aprobación.
Bruey recordó la tensión de la situación, con 80 empleados dedicados a un proyecto en órbita sin certeza de su regreso. A pesar de la apariencia de negligencia, la FAA había autorizado el lanzamiento sin una licencia de reentrada finalizada, con el objetivo de fomentar la incipiente industria de reentrada comercial.
El verdadero desafío radicó en que se trataba de la primera reentrada comercial terrestre. No existía un proceso establecido para la coordinación entre el rango de Utah y la FAA, y ambas entidades se sentían responsables de la carga de responsabilidad. Varda exploró alternativas, incluyendo un aterrizaje en el agua o en Australia, pero Bruey defendió la necesidad de aterrizajes terrestres regulares para el éxito de la empresa, decidiendo «aceptar la situación y resolverlo».
Mientras la primera misión permanecía en órbita, Varda continuó la producción de la siguiente cápsula y mantuvo a su personal. En febrero de 2024, ocho meses después del lanzamiento, la W-1 finalmente regresó a la Tierra, aterrizando en el Utah Test and Training Range. Este evento marcó un hito: la primera nave espacial comercial en aterrizar en un rango de prueba militar y la primera en aterrizar en suelo estadounidense bajo el marco de licenciamiento Part 450 de la FAA, introducido en 2021 para mayor flexibilidad en operaciones espaciales comerciales.
Actualmente, Varda cuenta con sitios de aterrizaje tanto en EE. UU. como en Australia, y es la primera empresa en obtener una licencia de operador FAA Part 450 que le permite reentrar en EE. UU. sin revalidar documentación de seguridad completa para cada vuelo.
Oportunidades Adicionales: Pruebas Hipersónicas
Como resultado de la necesidad, Varda ha desarrollado un negocio secundario en pruebas hipersónicas. Pocos objetos experimentan las condiciones extremas de la reentrada atmosférica a Mach 25. El entorno a estas velocidades, con temperaturas de miles de grados y la formación de una vaina de plasma, es difícil de replicar en la Tierra.
Las agencias de defensa, como la Fuerza Aérea, requieren probar materiales, sensores y sistemas de navegación en estas condiciones hipersónicas reales. Tradicionalmente, esto implicaba vuelos de prueba dedicados con costos superiores a los 100 millones de dólares y riesgos significativos. Varda ofrece una alternativa: sus cápsulas W-1, al reentrar a Mach 25, pueden transportar sensores y materiales de prueba, validando equipos en el entorno de vuelo real. La cápsula se convierte en un túnel de viento avanzado, y la reentrada es la prueba.
Varda ya ha realizado experimentos para la Fuerza Aérea, incluyendo un módulo de espectroscopia de emisión óptica que recopiló mediciones in situ de la capa de choque durante la reentrada.
Inversión y Futuro Prometedor
Los inversores han mostrado un gran interés en la trayectoria de Varda. La compañía ha recaudado 329 millones de dólares hasta su ronda Serie C en julio pasado, destinados en gran medida a la expansión de su laboratorio farmacéutico en El Segundo. Además, Varda está contratando biólogos estructurales y científicos de cristalización para trabajar en moléculas más complejas, con el objetivo de abordar el mercado de biológicos como anticuerpos monoclonales, valorado en 210 mil millones de dólares.
Aunque aún queda mucho camino por recorrer para que Varda se consolide en este mercado, Bruey confía en que el futuro que visualiza está más cerca de lo que la mayoría imagina. La manufactura espacial, impulsada por la innovación de empresas como Varda, está pasando de ser una fantasía a una realidad tangible, allanando el camino para una nueva era de producción y exploración.
